5. El “SUBDESARROLLO NACIONAL”
Se hace necesario, por lo tanto, definir una perspectiva de interpretación que destaque los vínculos
estructurales entre la situación de subdesarrollo y los centros hegemónicos de las economías centrales, pero
que no atribuya a estos últimos, la determinación plena de la dinámica del desarrollo. En efecto, si en las
situaciones de dependencia colonial es posible afirmar con propiedad que la historia y -por ende el cambioaparece
como reflejo de lo que pasa en la metrópoli, en situaciones de dependencia de las “naciones
subdesarrolladas” la dinámica social es más compleja. En ese último caso hay desde el comienzo, una doble
vinculación del proceso histórico que crea una “situación de ambigüedad” o sea, una contradicción nueva.
Desde el momento en que se plantea como objetivo instaurar una nación -como en el caso de las luchas
anticolonialistas- el centro político de la acción de las fuerzas sociales intenta ganar cierta autonomía al
sobreponerse a la situación del mercado; las vinculaciones económicas, sin embargo, continúan siendo
definidas objetivamente en función del mercado externo y limitan las posibilidades de decisión y acción
autónomas. En eso radica, quizá el núcleo de la problemática sociológica del proceso nacional de desarrollo
en América Latina.
La situación de "subdesarrollo nacional y supone un modo de ser que a la vez depende de
vinculaciones de subordinación al exterior y de la reorientación del comportamiento social, político y
económico en función de “intereses nacionales”; esto caracteriza a las sociedades nacionales
subdesarrolladas no sólo desde el punto de vista económico, sino también desde la perspectiva del
comportamiento y la estructuración de los grupos sociales. De ahí que la finalidad del análisis integrado del
proceso de desarrollo nacional consista en determinar las vinculaciones económicas y político-sociales que
tienen lugar en el ámbito de la nación. Esas articulaciones se dan través de la acción de los grupos sociales
que en su comportamiento real ligan de hecho la esfera económica y política. Conviene subrayar que dicha
acción se refiere siempre a la nación y a sus vinculaciones de todo orden con el sistema político y económico
mundial.
La dependencia encuentra así no sólo "expresión" interna sino también su verdadero carácter como
modo determinado de relaciones estructurales: un tipo específico de relación entre las clases y grupos que
implica una situación de dominio que conlleva estructuralmente la vinculación con el exterior. En esta
perspectiva, el análisis de la dependen significa que no se la debe considerar ya como una “variable externa”,
sino que es dable analizarla a partir de la configuración del sistema de relaciones entre las distintas clases
sociales en el ámbito mismo de las naciones dependientes.
Para emprender este análisis también debe desecharse la idea de que la acción de las clases y las
relaciones, entre estas tengan en los países dependientes un carácter semejante al que se dio en los países
centrales su fase de desarrollo originario. La hipótesis más generalizada sobre el modo de funcionamiento
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del sistema político y económico en los inicios del proceso de desarrollo en los países centrales supone que
el libre juego del mercado actuaba, por así decirlo, como árbitro para dirimir el conflicto de intereses entre
los grupos dominantes. De ahí que la racionalidad económica, medida por el lucro, se imponía como norma a
la sociedad y que el consumo y la inversión se definían dentro de los límites establecidos por el crecimiento
del sistema económico. Se suponía, además, que la posibilidad de expansión del sistema se debía a la
existencia de un grupo dinámico que controlaba las decisiones en materia de inversión y que dominaba las
posiciones de poder necesarias y suficientes para imprimir al conjunto de la sociedad una orientación
coincidente con sus intereses. La clase económica ascendente poseía, pues, eficiencia y consenso.
Con toda la simplificación inherente a ese esquema, se consideraba que los grupos dirigentes
expresaban el interés general y que, en esas condiciones, el mercado funcionaba adecuadamente como
mecanismo regulador de los intereses generales y de los intereses particulares. En este caso se entendía por
"funcionamiento adecuado" la capacidad de servir al crecimiento económico, descartando la hipótesis de que
existieran otros grupos que presionaran para participar en los frutos del "progreso" y en el control de las
decisiones. Sólo mucho después de realizado el esfuerzo inicial de industrialización estuvieron las clases
populares en condiciones de hacerse presentes en las sociedades industriales como fuerza política y social
participante.11 Lo que contribuyó al éxito de las economías nacionales en los países de “desarrollo
originario” fue el hecho de que éstas se consolidasen simultáneamente con la expansión del mercado
mundial, de manera que dichos países pasaron a ocupar las principales posiciones en el sistema de
dominación internacional que se establecía.
Sin confiar demasiado en el valor del esquema presentado para caracterizar las condiciones generales
del “desarrollo originario”, que es poco preciso y de carácter muy amplio, es evidente que hay diferencias
significativas entre ese esquema y lo que ocurre en América Latina. En efecto, dado que existen relaciones
de subordinación entre las regiones desarrolladas y las insuficientemente desarrolladas -o, mejor dicho, entre
las sociedades centrales y las dependientes-, el análisis no puede desconocer esa característica básica, para
presentar como una desviación lo que realmente es una manera de ser.
Entre los conceptos "desarrollo" y "sistema capitalista" se produjo tal confusión que se llegó a
suponer que para lograr el desarrollo en los países de la periferia es necesario repetir la fase evolutiva de las
economías de los países centrales. Sin embargo, es evidente que el proceso capitalista supuso desde sus
comienzos una relación de las economías centrales entre ellas y otra respecto a las periféricas; muchas
economías “subdesarrolladas” -como es el caso de las latinoamericanas- se incorporan al sistema capitalista
desde los comienzos de la formación de las colonias y luego de los estados nacionales y en él permanecen a
lo largo de todo su transcurso histórico, pero no debe olvidarse que lo hacen como economías periféricas.
Los distintos momentos históricos del capitalismo no deben estudiarse, pues, con el afán de
encontrar su repetición retrasada en los países de la periferia, sino para saber cómo se produjo en cada
momento particular, la relación entre periferia y centro. Son varios los aspectos por analizar uno de ellos se
refiere a los caracteres del capitalismo como sistema económico internacional. De otra manera, si en el
proceso pueden distinguirse momentos de predominio tales como el capitalismo mercantil, el capitalismo
industrial y el capitalismo financiero, no nos corresponde preguntarnos a cuál de estos momentos se
aproximan las economías, latinoamericanas en la actualidad, puesto que de hecho no constituyen economías
separadas del mercado capitalista internacional, sino que es necesario esclarecer que significó en términos de
“estructuras de la economía” y “estructura social”, la relación de dependencia para los países
latinoamericanos durante estos distintos momentos. Lo mismo sucede con los conceptos. "capitalismo
competitivo" y "capitalismo monopólico" que se dan como tendencia en las tres etapas señaladas del
capitalismo, aunque con mayor acentuación de uno u otro de los términos en cada caso.
Asimismo corresponde al análisis determinar la significación de estos conceptos con respecto a los
sistemas nacionales dependientes.
Lo expuesto también tiene connotaciones históricas de cierta importancia. Los países
latinoamericanos, como economías dependientes, se ligan en estas distintas fases del proceso capitalista a
diferentes países que actúan como centro, y cuyas estructuras económicas inciden significativamente en el
carácter que adopta la relación. El predominio de la vinculación con las metrópolis peninsulares -España o
Portugal- durante el período colonial, la dependencia de Inglaterra más tarde y de Estados Unidos por último,
tiene mucha significación. Así, por ejemplo, Inglaterra, en el proceso de su expansión como economía,
exigía en alguna medida el desarrollo de las economías periféricas, dependientes de ella, puesto que las
necesitaba para abastecerse de materias primas. Requería, por consiguiente, que la producción de las
11 Sobre este punto véase Alain Touraine, "Industrialisation et conscience ouvriére à Sao Paulo", en Sociologie du
Travail, abril de 1961.
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economías dependientes logra cierto grado de modernización; estas mismas economías, además, integraban
el mercado comprador de sus productos manufacturados, por lo que también era evidentemente necesario
que se diera en ellas cierto dinamismo. La economía estadounidense, en cambio contaba con recursos
naturales y con un mercado comprador interno que le permitía iniciar un desarrollo más autónomo en
relación con las economías periféricas, es más, en algunos casos la ubicaba en situación de competencia con
respecto a los países productores de materias primas. La relación de dependencia adquiere, así una
connotación de control del desarrollo de otras economías tanto de la producción de materias primas como de
la posible formación de otros centros económicos. El papel dinamizador de la economía de Estados Unidos
respecto a las economías latinoamericanas en la etapa anterior a la formación de los “conglomerados”
actuales, es, por consiguiente, menos importante que en el caso anteriormente descrito.
Metodológicamente no es lícito suponer -dicho sea, con mayor rigor- que en los países "en
desarrollo" se esté repitiendo la historia de los países desarrollados. En efecto, las condiciones históricas son
diferentes: en un caso se estaba creando el mercado mundial paralelamente al desarrollo gracias ala acción de
la denominada a veces bourgeoisie conquerante, y en el otro se intenta el desarrollo cuando ya existen
relaciones de mercado, de índole capitalista, entre ambos grupos de países y cuando el mercado mundial se
presenta dividido entre el mundo capitalista y el socialista. Tampoco basta considerar las diferencias como
desviaciones respecto de un patrón general de desarrollo, pues los factores, las formas de conducta y los
procesos sociales y económicos, que a primera vista constituyen formas desviadas o imperfectas de
realización del patrón clásico de desarrollo deben considerarse más bien como núcleos del análisis destinado
a hacer inteligible el sistema económico-social.
6. LOS TIPOS DE VINCULACIÓN DE LAS ECONOMÍAS NACIONALES AL MERCADO
Debe tenerse en cuenta que, al romperse el pacto colonial, la vinculación entre las economías
periféricas y: el mercado internacional asume un carácter distinto, ya que en esta relación a la condición de
“economía periférica” debe agregarse la nueva condición de "nación independiente”.
La ruptura de lo que los historiadores llaman el “Pacto colonial” y la primera expansión del
capitalismo industrial europeo son, pues, los rasgos históricos dominantes en el período de formación de las
"naciones nuevas" en el siglo XIX. La expansión de las economías centrales industrializadas -primero la de
Inglaterra y más tarde la de Estados Unidos- no se realizó en el vacío, puesto que se encontró con sistemas
económicos y sociales ya constituidos por efecto de la precedente expansión colonial. A partir del período de
la independencia, desde el punto de vista sociológico, la dinámica de las economías y de las sociedades
recién formadas se presenta a la vez como refleja y como autóctona en la medida en que la expansión del
centro encuentra situaciones nacionales que hacen posible distintos tipos de alianza, de resistencia y de
tensión.
El tipo de vinculación. de las economías nacionales periféricas a las distintas fases del proceso
capitalista, con los diversos modos de dominación que éste supone implica que la integración a la nueva fase
se realiza a través de una estructura social y económica que, si bien modificada, procede de la situación
anterior. Serán distintos el modo y las posibilidades de desarrollo de una nación que se vincula al sector
exportador internacional con un producto de alto consumo, según se verifique en el período del capitalismo
predominantemente competitivo o en el período predominantemente monopolista. De igual modo serán
distintas, comparadas con las "colonias de explotación", las posibilidades de integración nacional y de
formación de un mercado interno en aquellos países: cuya economía colonial se organizó más bien como
“colonias de población” es decir, formadas sobre la explotación (controlada por productores allí radicados)
de productos que requieren mano de obra abundante. En estos casos, y en el período posterior a la
independencia., fue más fácil la organización de un aparato político-administrativo interno para promover y
ejecutar una "política nacional". Además, la propia base física de la economía -como por ejemplo, el tipo y
las posibilidades de ocupación de la tierra o -el tipo de riqueza mineral disponible- influirá sobre la forma y,
las consecuencias de la vinculación al mercado mundial posterior al período de formación nacional.
En cada uno de los tipos de vinculación posibles, según esos factores las dimensiones esenciales que
caracterizan la dependencia se reflejarán sobre las condiciones de integración del sistema económico y del
sistema político. Así, la relación entre las clases, muy especialmente, asume en América Latina formas y
funciones por completo diferentes a las de los países centrales. En rápido bosquejo, podría decirse que cada
forma histórica de dependencia produjo un acuerdo determinado entre las clases, no estático, sino de carácter
dinámico. El paso de uno a otro modo de dependencia, considerado siempre en una perspectiva histórica,
debió fundarse en un sistema de relaciones entre clases o grupos generado en la situación anterior. De este
modo, por ejemplo, cuando se rompe la dependencia colonial y se produce el paso a la dependencia de
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Inglaterra, ésta tiene como sostén social al grupo de productores nacionales, que por el crecimiento de su
base económica -crecimiento ya dado en la situación colonial- estaban en condiciones de suscitar un nuevo
acuerdo entre las distintas fuerzas sociales gracias al cual estaban llamados a tener, si no el dominio absoluto,
por lo menos una situación privilegiada. Al pasar de la hegemonía de Inglaterra a la de Estados Unidos
entran en juego nuevos factores que encuentran su origen en la situación anterior. En efecto, como entonces,
junto al crecimiento de los grupos exportadores se produjo un crecimiento significativo de los sectores
urbanos, y esta nueva acomodación debió hallarse presente en la relación con Estados Unidos. Lo que se
quiere señalar brevemente -por ahora es que- si la nueva forma de dependencia tiene explicaciones exteriores
a la nación, tampoco es ajena a ella la relación interna entre las clases que la hacen posible y le dan su
fisonomía. Fundamentalmente, la dinámica que puede adquirir el sistema económico dependiente en el
ámbito de la nación, está determinado -dentro de ciertos límites- por la capacidad de los sistemas internos de
alianzas para proporcionarles capacidad de expansión. De esta manera se da el caso, paradójico sólo en
apariencia, de que la presencia de las masas en los últimos años haya constituido, a causa de su presión por
incorporarse al sistema político, en uno de los elementos que ha- provocado el dinamismo de la forma
económica vigente.
Admitiendo como válida esa interpretación se obtendrá un marco de la actividad de las presiones en
favor del desarrollo en América Latina que muestra, con respecto a los patrones europeos o norteamericanos,
no una desviación que debe corregirse, sino un cuadro histórico distinto por su situación periférica. El
“enfrentamiento” que resulta de las presiones a favor de la modernización se produce en la actualidad entre
las clases populares que intentan imponer su participación, a menudo en alianza con los nuevos grupos
económicamente dominantes, y el sistema de alianza vigente entre las clases predominantes en la situación
anterior.
En la fase inicial de este proceso los grupos industriales aparecían en alguna medida en una situación
marginal. Sin embargo, por el hecho de formar parte de los nuevos sectores urbanos, su papel alcanza cierta
importancia porque de hecho, en este conglomerado, constituyen el único grupo que posee una base
económica real, aunque ésta no sea decisiva si la referimos a la totalidad del sistema económico vigente y a
pesar también de su carácter coyuntural. Por ser el grupo industrial el que plantea la posibilidad de absorber
en forma productiva a los sectores urbanos populares, se sitúa en un lugar estratégico que le permite
establecer términos de alianza o compromiso con el resto del sistema social vigente y ello explica su
importancia en el periodo posterior a la crisis del sistema agroexportador.